El Pozo y sus misterios
miércoles, 25 de mayo de 2011
martes, 24 de mayo de 2011
Reportaje
El Castillo de Burgos tuvo un papel importante en la historia de la ciudad. La pequeña fortaleza fue levantada en el año 884 por el Conde Diego Rodríguez Porcelos en tiempos de la Reconquista.
Fue importante la construcción de un castillo en la cuidad, ya que esta iba teniendo cada vez más importancia. Se convirtió fábrica de Pólvora durante la Edad Moderna, en Cárcel de Estado, en gran Alcázar Real por Alfonso X, y lugar de alojamiento para notables huéspedes. La reconstrucción final del Castillo fue a finales del siglo XV o a principios del siglo XVI. En 1813 los soldados de Napoleón lo volaron antes de abandonar la ciudad.
Aquel penoso día fue el punto final de la gloriosa fortaleza. Sin embargo no hay que olvidar que en 1736 un impresionante incendio destruía las torres y viejas dependencias ante la total indiferencia de los burgaleses, que nada hicieron por atajarlo. Y es que como algunos decían, el Castillo y la ciudad no se llevaban bien. Tampoco hay que olvidar los cuantiosos destrozos ocasionados en 1476 por el prolongado asedio y ataque de los partidarios de la Reina Isabel la Católica , con el desplome de las torres y murallas y el pozo. Todos esos asedios hicieron envejecer al Castillo, desplomar sus torres, murallas y acabar con sus cimientos.
Cabe resaltar que esta fortaleza fue una de las más imponentes de cuantas ha habido en España, por su estructura, volumen y emplazamiento, hasta el incendio ocurrido en el siglo XVIII. Tras ser ocupada y acondicionada por los franceses, fue finalmente destruida y arrasada mediante voladura por las propias tropas napoleónicas, en su retirada de la Península , el día 13 de Junio de 1813 tras cinco años de ocupación militar en el Castillo y la cuidad de Burgos.
A partir de entonces la reseñable fortaleza de la que Burgos gozaba quedó reducida a un páramo lleno de ruinas.
El General Centeno
Entre 1925 y 1944, el general retirado Leopoldo Centeno fue una de las personas que dedicó parte su de vida, ilusiones y dinero propio y ajeno a realizar una exhaustiva explotación en busca de un supuesto archivo de Napoleón y de un atractivo tesoro de Pedro I. Murió centenario y poco menos que arruinado, después de completar la remoción de las ruinas que dejaron los franceses.
Durante sus excavaciones publicó sus memorias en las que nos daba cuenta de sus trabajos y lo que allí se iba encontrando. Calificaba sus trabajos de “excavaciones arqueológicas” cuando ni mucho menos se le parecía. Sus métodos fueron los de la técnica y la precariedad de la época, y con la mecánica elemental de pico y pala junto a un grupo de peones, hizo y deshizo a su antojo. Realizó búsquedas por la superficie del Castillo y alrededores, pero su atractivo se centro en el pozo del Castillo, uno de los pocos sitios que resistió la voladura de las tropas napoleónicas. Comenzó su hazaña desde el fondo y fue ascendiendo y buscando entre las galerías que allí quedaban o las que él iba haciendo, puesto que se cree que muchas de las galerías actuales fueron hechas por el general y sus peones. Estas obras realizadas empeoraron mucho más el estado de las cuevas.
Silvia Pascual, arqueóloga que realizó posteriores obras en el Castillo nos define a este personaje como “un buscador de tesoros que se dedicaba a hacer agujeros a destajo en busca de supuestos tesoros”
El pozo y galerías

En el centro del patio de armas del Castillo se levantan unas hiladas de sillares de lo que fue la caseta que cubrió el pozo del agua potable, construcción que constituye hoy el resto más notable y enigmático de la fortaleza. El cuerpo principal alcanza una profundidad de 61 metros y todo él es accesible gracias a una ingeniosa escalera de caracol.
Sobre los rellanos o pasillos que unen estos husillos sucesivos, inciden distintas galerías excavadas artificialmente en diversas épocas. La superior, se desarrolla en un plano casi horizontal en una longitud de más de 60 metros. En este punto existían algunos peldaños de una vieja escalera de cuatro tramos rectos, que ha sido reconstruida y dotada de unos muros de cierre. La galería parece corresponder a una mina militar, cuya excavación podría atribuirse a alguno de los sitios a que fue sometida la fortaleza, aunque cabría también relacionarla con la actividad del general Centeno.
Son muchas las conjeturas que se han hecho sobre el posible origen de los subterráneos del Castillo, pero claramente hay que diferenciar dos partes, el pozo con sus husillos y las galería comúnmente conocida como la Cueva del Moro. Sus orígenes se remontan más allá de la época de Centeno. Durante la Guerra de la Independencia las luchas llevadas a cabo por los españoles y franceses, tuvo un papel importante la guerra de minas y contraminas que llevaron, ese pudo ser el origen de estas cuevas. El pozo era de vital importancia para abastecer de agua a los que allí dentro se encontraban. Por ello podríamos decir que estas cuevas datan del 1813 cuando el castillo sufrió el último asedio. Los husillos en las primeras expediciones solo eran penetrables siete u ocho metros de profundidad desde la superficie. Posteriormente se llegaron a los 22 metros y ahora en la actualidad a los 60 metros, se descubrieron nuevos husillos, hasta 4 que hacían posible bajar a lo más hondo del mismo. Existe una leyenda sobre el pozo que cuenta que tiene una profundidad de más de 70 metros que llegaría hasta la altura de la Plaza Mayor y que existían pasadizos que podían comunicar con el palacio de Castrofuente y la Catedral , aunque dicha leyenda ofrece sus dudas.
Se sabe que ya en tiempos de Felipe II este pozo existía y se sacaba agua de él, puesto que así lo afirmaba uno de sus arqueros que lo vio y un escritor del siglo XVII.
Las curiosidades de las cuevas del misterio
No fueron pocos los misterios que el pozo y sus cuevas despertaron entre la población burgalesa. Muchos de los medios de principios del siglo XX se hacían eco de ellos y cada poco hacían publicaciones contando a modo de relato fantasioso las novedades que por allí abajo surgían. Es curioso observar la expectación y las elucubraciones que de ello derivaban. En los primeros artículos ante todo se quiere saber la procedencia de las cuevas, desde cuándo llevaban ahí y por qué se pudieron hacer.
Nos cuentan que los primeros exploradores que allí bajaron, provistos de los métodos más rudimentarios, encontraron restos de munición y material explosivo.
Aparte de los restos militares por allí encontrados creaba gran expectación la cantidad de cadáveres y restos que aparecían también. Uno de tantos tuvo bastante repercusión, y es que se encontró un cadáver de unos 40 años que no se sabía su procedencia. Casualmente su supuesta mujer que vivía en Barcelona se enteró de lo que allí habían encontrado y se puso en contacto con las autoridades de Burgos ya que su marido pasó por la cuidad y desapareció en extrañas circunstancias por la misma. Al final no se supo si ese cadáver era de aquel hombre o de otro, ya que por aquellos tiempos desaparecía mucha gente y no había métodos de identificación tan avanzados como los de ahora.
Isidro Gil, en su obra “Memorias históricas de Burgos y su provincia”, nos aseguraba que el pozo daba acceso a otros subterráneos de la cuidad que se ramificaban en distintas direcciones con puntos ocultos por la cuidad, incluso relata la historia de dos soldados que en 1832 se internaron por unas galerías, se les apagaron las luces y no pudieron encontrar la salida, a consecuencia de lo cual el gobernador mando tapiar la entrada de la galería.
Pero no todas las historias son de siglos atrás, la más reciente es contada por el cuerpo de Bomberos. Cuentan que cuando estuvieron por allí abajo encontraron una trampa de bolas justo a la entrada desde el pozo a una de las galerías, formada por un conjunto de 60 balas de cañón macizo de entre 12 y 40 kilos introducidas en una especie de chimenea dispuestas a caer encima de algún visitante no deseado. Lo que hace siglos comenzó como un complejo entramado de minas y contraminas para defenderse del contrario, ahora son cuevas llenas de misterio y leyenda que hacen al turista recrear viejas historias según camina por ellas.
Después de tantas y tantas excavaciones que durante muchos años sufrió el Castillo de Burgos, en los años 80 el arqueólogo José Luis Uribarri realizó varios sondeos y encontró niveles de restos prehistóricos, eso entre otras cosas fue el principio del comienzo de la recuperación de la fortaleza. El Ayuntamiento de Burgos tomó cartas en el asunto y en los años 90 un grupo de bomberos comenzó las labores de desescombro. “Aquello estaba muy peligroso y se necesitaba la labor de un cuerpo especializado para poder acceder allí”, nos comentaba la arqueóloga Silvia Pascual.
Los bomberos aparte de limpiar lo que allí había, descubrieron una cueva, que en su honor lleva el nombre de la Cueva de los Bomberos. Tras ellos empezó la verdadera labor arqueológica y de acondicionamiento.
En una entrevista concedida por la arqueóloga Silvia Pascual, nos comentó entre otras cosas cómo realizaron los trabajos, según ella “había mucho que recuperar”. Desde 1999 hasta el 2003 realizaron varias campañas, sus labores se centraron en hacer los pabellones para la musealización, la restauración y de consolidación todas las murallas y todos los restos que allí había. Fueron duras tareas y muy laboriosas, pero en 2003 sus trabajos vieron la luz y ahora podemos disfrutar de un Castillo rehabilitado que nos ofrece la visita de sus subterráneos. Silvia nos confesó que “ahora le da pena como se encuentra la situación del Castillo, ya que las instituciones se gastan mucho dinero en arreglar las cosas pero que luego no hacen por mantenerlas”. A parte “la poca promoción” que según Silvia ofrece la cuidad de Burgos, ya que “lo que se promociona lo hace por sí mismo”, afirma.
A pesar de esto el Castillo en lo alto del Cerro vigila la villa del Cid y invita a foráneos y lugareños a subir y experimentar todo lo que sobre él se deposita, y sus alrededores.
Entrevista a Silvia Pascual
Silvia Pascual arqueóloga ubicada en Burgos, fue una de las últimas espeleólogas que estuvo en las excavaciones de recuperación del Castillo. Ella nos cuenta sus experiencias y vivencias dentro de las cuevas.
E. ¿Cómo conseguiste el trabajo de recuperación en el Castillo y cuánto tiempo estuvisteis allí?
S. Por aquellos tiempos yo era trabajadora autónoma y me contrató el propio Ayuntamiento como parte de la intervención de obra, esto fue el en año 99 y estuvimos allí hasta el 2003 que se inauguró.
E. En la última intervención que llevaste a cabo en el Castillo, ¿que hicisteis?
S. En el 99 hicimos la última intervención, que es lo que se conoce ahora, cuando se hicieron los pabellones para la musealización, se restauraron y consolidaron todas las murallas y todos los restos; bueno los únicos restos que no están consolidados son los que quedan dentro del pabellón y alguna torre albarrana y cosas que no están excavadas porque lo que esta excavado en el Castillo es muy poco.
E. ¿Cuál fue vuestra labor?
Nuestra labor principal fue todo el trabajo relacionado con el proyecto de restauración acompañado del proyecto de arqueología. Nosotros íbamos excavando y a la vez limpiábamos lo que allí encontrábamos, también decidimos excavar en zonas que no estaba previsto ya que nos parecía interesante para completar el conocimiento del Castillo.
E. ¿Cuándo se llevaron a cabo las excavaciones más importantes?
S. En los años 80, José Luis Uribarri hizo varios sondeos y encontró niveles campaniformes. A partir de ahí tenemos un asentamiento de época prehistórica y hasta la actualidad son muchos siglos de ocupación y eso queda reflejado en la estratigrafía. Tratar de entender todo lo que se ha formado ahí en principio asusta un poco.
E. ¿Cuándo verdaderamente Burgos se planteó sacar partido a su fortaleza?
S. Las primeras intervenciones en el Castillo se realizaron sobre el año 92-93 cuando ya empezó a barruntarse la idea de que había que recuperarlo. Quien lo llevó a cabo fue el cuerpo de bomberos, ya que aquello estaba muy peligroso y su acceso era muy difícil. Además en aquella época la arqueología no se tenia muy en cuenta aunque ya había gente que trabajaba muy seriamente, pero no se hacia mucho caso.
Los bomberos actuaron como una labor propia de ellos, ya que aquello estaba muy mal y tenia mucho riesgo de derrumbe.E. ¿Qué es lo que más te sorprendió allí dentro? ¿Qué te esperabas encontrar y qué encontraste?
S. Al principio me preocupó porque desde el punto de vista arqueológico es un sitio muy complejo y ya había sido excavado años atrás.
Sorprenderme no, pero si me llamo la atención encontrar niveles prehistóricos que es lo que más me apetecía, porque el castillo ya sabes que esta ahí, pero también encontramos indicios de cabañas. Lo que más me llamó la atención y por ello nos quedamos alucinados todo el equipo, fue una habitación abovedada que queda debajo del cuartel del oeste que es preciosa, he luchado bastante por recuperarla para que se pueda ver, pero no ha sido posible, no fue un descubrimiento nuestro como tal porque encontramos pintadas, pero nos sorprendió bastante.E. ¿Se puede decir que encontrasteis algo que hasta entonces no se había descubierto?
E.¿Qué piensas de Centeno?
S. Centeno era un buscador de tesoros al uso de la época, no puede decirse que tuviera antecedentes arqueológicos ni por el estilo, se dedicaba hacer agujeros. Es más, yo creo que alguna de las galerías fue hecha por él. Más que ayudar, destruyó un poco todo aquello. Lo de Centeno por tanto no se puede decir que fueran descubrimientos arqueológicos ya que iba con un grupo de peones buscando tesoros a destajo.
E. Entonces ¿puedes afirmar que allí arriba no hay ningún tesoro?
E. Después de acabar las excavaciones imagino que invitarías a tus amigos y conocidos a ver aquellas labores de restauración que hicisteis…
S. Al principio sí iba con mucha gente porque me hacía ilusión, pero últimamente hace mucho que no subo. La verdad es que me da bastante pena como esta, pasa como todo, las instituciones se gastan mucho dinero en la excavación, recuperación y su puesta en valor y luego se olvidan de que existe. Y es como todo, si tú no lo usas, si tú no lo cuidas, se acaba deteriorando y el castillo de Burgos lo está haciendo por momentos. Ya al año de las excavaciones se estaban cayendo muros y, claro, lo ves y piensas: se ha invertido mucho dinero y ha quedado bonito, pero no se está conservando y a este paso al final va haber otra campaña para volver a recuperar el castillo de Burgos.
E. Como burgalesa, ¿crees que el Castillo en la actualidad está promocionado?
Un General de pico y pala
El General Centeno, un Indiana Jones de las cuevas y pasadizos de Burgos, dedicó los últimos años de su vida a buscar tesoros ocultos bajo los subterráneos del Castillo de Burgos. Leopoldo Centeno invirtió dinero y gran parte de sus esfuerzos a llevar a cabo una de las obras más largas y menos productivas de las que se recuerdan en los pasadizos del Castillo. En las cuevas que quedaron tras la voladura por los franceses durante la Guerra de la Independencia , el General estuvo empeñado en encontrar objetos de valor como vasijas, monedas de plata, joyas y demás enseres que, al parecer, los franceses no pudieron llevarse tras su huida y quedaron allí escondidas. Él y su equipo de peones se metieron bajo tierra en busca de los tesoros perdidos.
Estuvo 23 años insistente en sus ideas y no fueron pocas las veces que pidió dinero a las autoridades y al Ayuntamiento, el cual le autorizó para que llevara a cabo esas obras.
En su búsqueda usó métodos muy arcaicos los cuales no se entiende cómo no le llevaron a la muerte ya que aquello era un terreno bastante peligroso. Y es que con un pico y una pala picaron todo lo que pudieron, y lo que no también, y se podría afirmar que algunas de las galerías que tenemos en la actualidad pudieron ser cavadas por ellos; es más algunos de esos peones según pasaban ponían “no hay nada” junto a las iniciales M.A. que pueden corresponder a Marcelino y Agripino, los dos primeros obreros que contrató Centeno, cosa que a ellos les podría servir también para orientarse y ya de paso para el que viniera después.
Las publicaciones que se realizaron en los periódicos durante meses fueron bastante fantasiosas y en cierta manera sirvieron para tener en vilo a la población burgalesa con los diferentes hallazgos que allí se encontraban.
Centeno publicó una serie de memorias en las que nos contaba los misterios y los entresijos que por allí encontraba. Esa seria de relatos al leerles nos hacen meternos en un autentico cuento fantasioso. Nos relata las cosas con unas descripciones increíbles, que por momentos hace que nos metamos de lleno en sus lecturas y nos imaginemos todo hasta con el más mínimo detalle. Todo es bastante perspicaz y alocado, si Centeno hubiera vivido en estos tiempos, primero el cuento le hubiera durado mucho menos y segundo podría haber acabado encerrado loco de remate.
Sus intentos arqueológicos en busca de tesoros no beneficiaron nada ni a él, ni a los subterráneos, ya que tras su paso por allí dejo todo mucho peor de lo que estaba y las labores realizadas después tuvieron que ser más complejas.
Actualmente tenemos la certeza de que allí abajo no había nada, solo un Centeno con mucha imaginación que contaba las cosas de tal manera que durante muchos años tuvo embelesados a propios y extraños con sus hazañas dentro de las cuevas.
viernes, 20 de mayo de 2011
En lo alto de la montaña
En lo alto de la ciudad, más concretamente en el Cerro del Castillo hay un obra arquitectónica del siglo IX que Diego Porcelos, fundador de Burgos, mandó construir. Desde entonces ha sufrido varias reconstrucciones y su estructura ha variado considerablemente.
Ha habido bastantes reformas durante este último siglo, pero en la última realizada por el Ayuntamiento de Burgos se ha puesto empeño en rehabilitar la zona del Castillo y su pozo y cuevas interiores, de hecho se ha dejado bastante dinero en esas obras, hasta el momento con dudas sobre su buen o mal aprovechamiento.
Por lo pronto podemos disfrutar de un gran parque, un mirador acompañado de unas praderas con sus correspondientes bares y ya en el interior del Castillo se le ofrece al visitante la posibilidad de disfrutarlo viendo sus maquetas y recreaciones y en su subsuelo las galerías y pozo. Los pasadizos tuvieron unas costosas obras de rehabilitación por parte de los bomberos, los cuales hicieron una gran labor de desescombro junto con un grupo de arqueólogos.
La verdad es que cuando se pasea por allí arriba no se suele ver tanto turista como puedes encontrarte abajo. Y no será por su atractivo, porque desde allí arriba hay unas vistas de la ciudad espectaculares, por no hablar del interior del Castillo y la visita a sus cuevas. Su precio no es muy elevado y en un recorrido de una hora puedes ver auténticas maravillas, el problema está en subir hasta allí. Desde el Ayuntamiento se ha impulsado el poner escaleras mecánicas para hacer más accesible un tramo de subida y facilitar el acceso a los visitantes, pero, ¿está siendo suficiente?
Desde la corporación municipal podrían poner más medios para atraer a los visitantes, aunque viendo que tampoco promocionan otras cosas, igual no les interesa demasiado que el peregrinaje llegue hasta la falda de la montaña.
Si hiciésemos una encuesta en la plaza de la Catedral a todos los turistas que allí nos encontramos, pocos serian los que tendrían conocimiento de que Burgos posee un Castillo. Y es que incluso no son pocos los burgaleses que declaran conocer el Castillo, pero que no lo han visitado desde que se llevaron a cabo su reformas y en el año 2003 se abrieran sus puertas. El Ayuntamiento muestra interés en su promoción, y es que una vez al año hace una jornada de puertas abiertas para que los lugareños y los no lugareños disfruten desde lo alto de la montaña de otro de los encantos que nos ofrece la ciudad del Cid.
Esperemos que tanta R-evolución y tanta ciudad Europea no hagan olvidar los atractivos que Burgos tiene desde siglos atrás y que en la evolución que llevamos seamos capaces de contemplar una de las maravillas burgalesas que poseemos.
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