El General Centeno, un Indiana Jones de las cuevas y pasadizos de Burgos, dedicó los últimos años de su vida a buscar tesoros ocultos bajo los subterráneos del Castillo de Burgos. Leopoldo Centeno invirtió dinero y gran parte de sus esfuerzos a llevar a cabo una de las obras más largas y menos productivas de las que se recuerdan en los pasadizos del Castillo. En las cuevas que quedaron tras la voladura por los franceses durante la Guerra de la Independencia , el General estuvo empeñado en encontrar objetos de valor como vasijas, monedas de plata, joyas y demás enseres que, al parecer, los franceses no pudieron llevarse tras su huida y quedaron allí escondidas. Él y su equipo de peones se metieron bajo tierra en busca de los tesoros perdidos.
Estuvo 23 años insistente en sus ideas y no fueron pocas las veces que pidió dinero a las autoridades y al Ayuntamiento, el cual le autorizó para que llevara a cabo esas obras.
En su búsqueda usó métodos muy arcaicos los cuales no se entiende cómo no le llevaron a la muerte ya que aquello era un terreno bastante peligroso. Y es que con un pico y una pala picaron todo lo que pudieron, y lo que no también, y se podría afirmar que algunas de las galerías que tenemos en la actualidad pudieron ser cavadas por ellos; es más algunos de esos peones según pasaban ponían “no hay nada” junto a las iniciales M.A. que pueden corresponder a Marcelino y Agripino, los dos primeros obreros que contrató Centeno, cosa que a ellos les podría servir también para orientarse y ya de paso para el que viniera después.
Las publicaciones que se realizaron en los periódicos durante meses fueron bastante fantasiosas y en cierta manera sirvieron para tener en vilo a la población burgalesa con los diferentes hallazgos que allí se encontraban.
Centeno publicó una serie de memorias en las que nos contaba los misterios y los entresijos que por allí encontraba. Esa seria de relatos al leerles nos hacen meternos en un autentico cuento fantasioso. Nos relata las cosas con unas descripciones increíbles, que por momentos hace que nos metamos de lleno en sus lecturas y nos imaginemos todo hasta con el más mínimo detalle. Todo es bastante perspicaz y alocado, si Centeno hubiera vivido en estos tiempos, primero el cuento le hubiera durado mucho menos y segundo podría haber acabado encerrado loco de remate.
Sus intentos arqueológicos en busca de tesoros no beneficiaron nada ni a él, ni a los subterráneos, ya que tras su paso por allí dejo todo mucho peor de lo que estaba y las labores realizadas después tuvieron que ser más complejas.
Actualmente tenemos la certeza de que allí abajo no había nada, solo un Centeno con mucha imaginación que contaba las cosas de tal manera que durante muchos años tuvo embelesados a propios y extraños con sus hazañas dentro de las cuevas.
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